Historia del Habla Andaluza


Es constatable en los diferentes libros que se han dedicado al habla andaluza cómo detrás de la posición "científica" subyace una posición ideológica a favor de la "unidad del idioma español" que determina el resultado de la tesis expuesta. Expresiones como las de Antonio Narbona, catedrático de la lengua de la Universidad de Córdoba y presidente del Seminario Permanente del Habla Andaluza vienen a ilustrar que en materia de lengua, como en todo, prima la ideología; " El futuro del español hablado en Andalucía no puede ser considerado al margen del futuro del español, sin adjetivos. Aunque se han levantado voces pesimistas que temen una nueva fragmentación semejante a la que originó, a partir del latín, las distintas lenguas románicas, hay que pensar que las circunstancias históricas son muy otras.....La intensificación creciente de las comunicaciones y de las relaciones entre todos los pueblos de habla hispana....nos defenderá de las fuerzas disgregadoras)". (LAS HABLAS ANDALUZAS- CajaSur-1987).

En este texto vemos la preocupación del filólogo por la unidad del idioma español temiendo una fragmentación como la que sufrió el latín, pero que gracias a la cual surgió la lengua que hoy tanto teme que se fragmente. El latín pervivió unido mientras existió una administración única y un ejército en todo el territorio, y una organización como la iglesia que velaba por su conservación.

En el caso de la Bética, el idioma autóctono tartésico-turdetano pervivió durante varios siglos a la romanización. Incluso cuando ésta se produjo se hizo conservando una peculiar forma de pronunciación que abarcaba incluso a personas tan letradas como el propio emperador Adriano que según nos cuenta el historiador Espartiano en una anécdota recogida por Rafael Lapesa en Hº DE LA LENGUA ESPAÑOLA (Editorial Gredos) su peculiar forma de pronunciar el latín con su marcado acento regional en un discurso ante el Senado Romano cuando era cuestor, despertó las risas de los senadores. Si un hombre culto como Adriano conservaba en la Roma del siglo II peculiaridades fonéticas de su Bética natal, mucho más durarían éstas entre las clases populares poco letradas. Estas clases populares fueron las que en su hablar cotidiano iban corrompiendo el latín dando lugar con el tiempo a una nueva lengua . En los reinos cristianos del norte peninsular el nuevo poder emergente adopta las incipientes lenguas romances derivadas del latín como propias , sin embargo, en Andalucía, el nuevo poder político imperante adopta la religión musulmana como propia y el árabe, idioma oficial de la religión, como lengua del estado y de la enseñanza. La presencia del árabe como lengua oficial en Andalucía, en unos siglos en que se estaban formando las lenguas romances ha supuesto para Andalucía el que no contara con una lengua romance como idioma oficial o cooficial. Pero la no existencia del romance como lengua oficial no significa que no existiera como lengua coloquial entre la población de Al-Andalus..

.-Existencia del Aljamía.-

Existen suficientes pruebas y testimonios de la existencia en Andalucía de una lengua romance, por otra parte bastante lógico en una tierra tan profundamente romanizada como fue la Bética. En un libro de un supuesto filósofo cordobés llamado Virgilio nos dice que en Andalucía había dos maneras de hablar latín, una "latinun circa romançum" o latín romanceado que entendía todo el mundo y un "latinum osbscurum" que sólo entendían los doptos y clérigos.A esta lengua romance , las crónicas de la época la denominan Aljamía.

El término "aljamía" designa, en general, a la lengua no árabe, y que aplicado a lo que hablaban los andaluces y que algunos textos también designan como "latiní", era una lengua romance derivada del latín y que por influencia de la lengua culta del momento, el árabe, fue incorporando términos del árabe directamente o a través de una transformación fonética o por simple asociación de ideas o conceptos. En algunas ocasiones esta transformación sólo consistía en añadir el artículo árabe "al" a la palabra romance, o simplemente el vocablo aljamiado provenía de una deformación fonética de un vocablo árabe, que se ha adaptado a la pronunciación propia del pueblo.

Complicado sería describir en poco espacio los mecanismos que han llevado a la consolidación de un habla. De todas maneras, el resultado de todas estas transformaciones, del latín al romance, o del árabe al romance, es la creación de una nueva lengua que se le denominó ALJAMIA.

Esta lengua "vulgar" era la que conocía y empleaba todo el mundo en sus conversaciones familiares e informales,, no sólo los cristianos, sino también los musulmanes y judíos. Incluso el propio califa Abderrahman III lo empleaba como lo demuestra una anécdota recogida por R. Menéndez Pidal en Orígenes del Español "Entre los musulmanes también continúan usándose las dos lenguas. Abderrahman III y sus cortesanos bromean, improvisando versos en los cuales intercalan una frase española (sic) que sirve de rima". Por lo tanto, existía un perfecto bilingüismo (incluso trilingüismo entre los judíos) en la sociedad de Al-Andalus. Este bilingüismo, tanto de musulmanes como de cristianos cultos, era lo normal "Todos los escritores árabes españoles interesados en la nomenclatura de las cosas aluden a cada paso a la lengua romance usada entre ellos" nos dice Menéndez Pidal en su libro ORÍGENES DEL ESPAÑOL, y sigue contándonos "El hecho de carecer de este bilingüismo parece raro ; el cordobés Ben Házam (muerto en 1064), hablando de varias singularidades que en sus costumbres tenía la familia árabe de los Bali, establecida en Morón y en un pueblo al norte de Córdoba, dice como cosa chocante: Por lo que toca a su lengua, no saben hablar en latinía (o romance) sino exclusivamente en árabe". También, aunque no muy común, existían casos entre la alta sociedad andalusí de religión musulmana que no sabía hablar el árabe y sólo se expresaba en lengua aljamiada o romance, como se desprende de una anécdota del libro de Aljoxaní, escrito en el siglo X, "Historia de los jueces de Córdoba".





-Igualdad del Aljamía con los otros romances peninsulares.

Por dos razones:

- proveniencia del mismo tronco latino.

- influencia andaluza en los otros romances.

Una vez reconocida la existencia de esta lengua romance en Andalucía se plantea el problema de ver como era esa lengua, tarea difícil, debido a los pocos textos y palabras sueltas que se han encontrado en las jarchas y en escritos de algunos científicos andalusíes, sobre todo botánicos, o en un diccionario latino-árabe del siglo X, y complicado también porque debido a la sustitución del latín por el árabe como lengua culta y de escritura, en Andalucía, la lengua aljamiada no se llegó a representar con grafía latina quedando solamente como lengua hablada por lo que sólo se ha podido reconstruir la interpretación del aljamía a través de los textos árabes en los que se emplean términos aljamiados pero con la dificultad que entraña escribir con caracteres arábigos una lengua tan distinta como el romance latino.

. El resultado de las investigaciones es que el aljamía era igual que las demás lenguas romances de la península, sobre todo las que se hablaban en Galicia, Asturias, y Castilla y León; siempre refiriéndonos a los primeros siglos de formación de las lenguas romances, siglos VIII, IX, X y XI sobre todo.

Como dice Coloma LLeal en LA FORMACION DE LAS LENGUAS ROMANCES PENINSULARES, " En el período inicial, el romance andalusí se caracterizaba por su mayor fidelidad al latín, lo cual se refleja en la presencia de abundantes arcaísmos léxicos y la conservación prácticamente inalterada de la forma fónica latina". La semejanza entre los romances del norte y el romance aljamiado andalusí lo atestiguan los primeros textos latinos en los que se intercalan palabras romanceadas y así lo manifiestan los lingüistas. "Muchos de los rasgos lingüísticos de la zona asturiana en ese período inicial coincidían con los que hemos ya analizado a propósito del mozárabe"... "Por su carácter arcaizante, el romance gallego presentaba muchos elementos en común con el romance andalusí o mozárabe" Esta coincidencia entre los distintos dialectos romances de la península queda reseñada por otros especialistas como el caso de Menéndez Pidal o Rafael Lapesa, estableciéndose como común denominador de todos ellos al mozárabe. Y es aquí donde se han estancado las interpretaciones de estos grandes estudiosos, en constatar que en Andalucía hubo una época (siglos IX, X, XI y posiblemente antes) en que se decía "non queres meu amore", "non me mordas", "llança" por lanza, "fora" en vez de fuera, "colombaira" en vez de palomar," Genair" por enero ,etc..

Así se explica la existencia en algunas zonas de Andalucía de topónimos como Aldeire, Poqueira, Pampaneira, Ferreira, Alpandeire, Castell de Ferro, Castril, Deifontes, etc que han subsistido como arcaísmos y no como se creía que eran producto de repoblaciones. Pero las coincidencias entre los romances del norte (sobre todo los de Castilla y León) y el romance aljamiado de Andalucía además de por el origen común del latín tiene otra explicación que los especialista parecen obviar. La zona norte de la meseta estaba casi despoblada en el siglo VIII. Lo que algunas historias llaman "reconquista" , según el historiador de Castilla Fray Justo Pérez de Urbel (en su Hª del Condado de Castilla) la repoblación sistemática de la meseta al norte del Duero hace que " hasta los comienzos del siglo X más que una acción guerrera, sea una pressura, una verdadera ocupación del suelo abandonado". Pues bien, la repoblación de esta zonas baldías del norte peninsular se hizo con un aporte importantísimo de mozárabes andaluces como se desprende de las propias crónicas cristianas de la época y la existencia de multitud de pruebas de este traslado de andaluces al norte que recogen los propios historiadores .

Es difícil cuantificar el total de repobladores pero lo que sí es cierto es que cuantitativamente y, sobre todo, cualitativamente, supusieron un aporte importantísimo a los nuevos reinos del norte que fueron incrementando su potencial demográfico con gentes del sur, y los descendientes de los primeros repobladores que con el paso del tiempo ya se consideraban oriundos del lugar y que pasarían a engrosar el "potencial demográfico propio" que señala J. L. Montero Guadilla, o el "suas gentes" de que hablan algunas crónicas de la repoblación.

Este texto de Montero Guadilla, de su libro "La reconquista que nunca existió" podría ilustrar esta aportación andaluza al norte.

"La emigración de mozárabes de Al-Andalus a partir de la segunda mitad del siglo IX provocó la difusión , entre estos pueblos de una serie de elementos culturales de vital importancia: cristianismo, cultivos cerealísticos, formas de propiedad privada de la tierra que pasaron a sustituir el tradicional disfrute comunal de la misma, derecho escrito de tradición romana, estructura social jerarquizada y nuevas formas políticas basadas en una monarquía, electiva en principio, y que terminó acabando en hereditaria. Estas transformaciones provocaron un desarrollo general que acabó expresándose en un movimiento de expansión territorial más allá de los límites geográficos de estos pueblos, expansión que fue posible en sus inicios gracias al potencial demográfico propio más el recién llegado de al-Andalus, así como a la existencia de un territorio considerado como tierra de nadie, débilmente poblado"

Sería lógico pensar, aunque Montero Guadilla no hace referencia explícita, que entre el bagaje cultural que llevaban estos emigrantes andaluces también estaría su lengua romance aljamiada, como se puede deducir de algunas palabras claramante aljamiadas por su procedencia del árabe que aparecen en los manuscritos del norte o por la procedencia andaluza contrastada de sus autores, como es el caso de los monjes que dejan escrito en el acta de fundación de una iglesia su procedencia cordobesa o de algunos notarios leoneses que utilizan un latín arcaico propio del Al-Andalus y de los que Menéndez Pidal, en "Orígenes del Español" nos dice "Quizás los más eran notarios mozárabes, que heredaban de la época visigótica esas viejas formas del latín hablado al tiempo de la invasión árabe, gentes que se hallaban estancadas en una vieja cultura latina a causa del apogeo de la cultura oficial musulmana".

Hasta aquí hemos visto la existencia de una lengua romance en Andalucía que era muy parecida a las otras lenguas romances peninsulares. Pero ¿qué pasa a partir de la conquista castellana del Valle del Guadalquivir?. Según la historiografía oficial, a partir de entonces, desaparece de Andalucía todo el substrato humano y cultural anterior, naciendo una nueva Andalucía como apéndice de Castilla, "la novísima Castilla" la han llegado a calificar algunos. Para estos historiadores, todo lo que hoy es Andalucía incluida por lo tanto la lengua, nace a partir de esa conquista castellana. Andalucía es vaciada de población y repoblada por personas del norte peninsular. Esta teoría está más cerca de la tergiversación del nacionalismo español que de la realidad histórica analizada con un mínimo de objetividad. Así vemos como un especialista de la época, Manuel González Jiménez, (EN TORNO A LOS ORÍGENES DE ANDALUCIA -LA REPOBLACIÓN DEL SIGLO XIII, Universidad de Sevilla) después de afirmar en el prólogo, en un manifiesto de sus posiciones ideologico-históricas, que los andaluces de antes de la conquista fueron expulsados en su casi totalidad y que gracias a la repoblación nace " una Andalucía nueva, distinta de la hasta entonces existente y radicalmente transformada en sus estructuras básicas- demográficas, económicas, culturales..." Después, a medida que va entrando en el tema, reconoce la escasa fiabilidad de las fuentes: "en algunos casos, del repartimiento sólo han llegado a nosotros simples nóminas o listas de pobladores, casi todas ellas de escasa fiabilidad"(pág. 24); "Nunca llegaremos a conocer, ni siquiera de forma aproximada, el número de las personas que acudieron a establecerse en Andalucía a raíz de su conquista en el siglo XIII"(pág. 45). Incluso se reconoce el fracaso de la repoblación oficial a la que aluden las crónicas tendenciosas de la época: "Es evidente que puede hablarse de un cierto fracaso, todo lo relativo que se quiera, pero fracaso al fin, de la repoblación "oficial" realizada en tiempos de Fernando III y de Alfonso X". (pág. 156).

La situación histórica del siglo XIII es muy diferente a la que nos quiere pintar la Historia oficial. Gran parte de la población es la misma compuesta por los antiguos pobladores béticos islamizados (cristianos, musulmanes o judíos que se adaptan a la nueva situación). Los expulsados serían las clases militares dirigentes beréberes y los más radicales andalusíes que no aceptan el nuevo poder cristiano. Esta gran masa de población que aún conserva su habla romance se entiende perfectamente con los conquistadores que traen una lengua muy parecida como ya hemos visto antes. En el siglo XIII, que es cuando se realiza la conquista del Valle del Guadalquivir el idioma que se conoce como castellano estaba en plena formación, al igual que las demás lenguas romances de la península. El hecho de que Andalucía sea conquistada por Castilla es determinante para que el romance andaluz no evolucione autónomamente como lo hicieron otros romances peninsulares sino que, por el contrario, es sometido constantemente a correcciones, desprecios y represiones con el objetivo de unificar la lengua en todo el territorio de la corona de Castilla imponiéndose la norma castellana como norma culta pero perviviendo entre el pueblo, sobre todo el más humilde, el romance aljamiado influido en este caso por el castellano.

Al margen de la discusión de si el andaluz tiene su base en el romance aljamiado o en el castellano, nadie puede negar el derecho de Andalucía a elevar su peculiar forma de hablar a la categoría de idioma si existiera una voluntad mayoritaria y una academia que estableciera las normas. El que muchos lingüistas consideren al andaluz como dialecto del castellano no es óbice para coartarle una evolución natural que no tiene por qué coincidir con el castellano, a no ser que exista una clara intencionalidad política de que esto no suceda y eso es lo que hemos sufrido durante estos siglos de aculturación castellana.







.-LA REPRESIÓN LINGÜÍSTICA EN ANDALUCIA.

Tanto si se admite la teoría de que el andaluz medieval es, básicamente y sobre todo en el habla de la gente más humilde que es la que queda mayoritariamente, una continuación del romance aljamiado influido en gran medida por la nueva norma castellana o si se admite la teoría de la ruptura total lo que constatamos es que a partir de la conquista castellano-leonesa, la historia del habla andaluza es la historia de la represión lingüística en Andalucía.

Y es que lo mismo que hoy se reconoce que los andaluces hablamos diferente (aunque para algunos mal) esta diferencia se remonta a los primeros tiempos de la castellanización de Andalucía. Algunas de las características del andaluz como el ceceo ya se daban en el siglo XIII, como reconocen especialistas de la historia de la lengua como Rafael Lapesa y Frago Gracia después de estudiar los documentos notariales de los primeros siglos de castellanización.

Existen también varios testimonios que corroboran la existencia del habla andaluza desde, al menos, el siglo XV. Uno de ellos es el del converso aragonés Gonzalo García de Santa María que en 1490 ( cuando todavía no se ha conquistado el reino de Granada) decía: "Ay allende esso en la misma Castilla, como son diversos reynos un uno ayuntados, algunas tan groseras y ásperas lenguas, como es Galizia, Vizcaya, Asturias y Tierra de Campos, que ni aquellas ni lo muy andaluz es avido por lenguaje esmerado. Ca lo uno de muy gruesso y rudo se pierde, y lo otro de muy morisco en muchos vocablos a penas entre los mismos castellanos se entiende. Ca el vocablo debe ser como la moneda, de tan buena liga, peso y cuño, que en ninguna tierra de las mismas del príncipe que la batió se rehuse. Y luego que el mote o palabra es de muy andaluz tan cerrada, que a malavés en el mismo reyno, salvo en aquel lugar solo donde le hablan, se entiende. Pero en el mismo texto donde vemos la existencia de un habla andaluza muy diferente a la castellana también podemos ver ideas de la represión lingüística en aras de la "lengua del imperio": "Y porque el real imperio que oy tenemos es castellano, y los muy excelentes rey e reyna nuestros señores an escogido como por assiento e silla de todos sus reynos el reyno de Castilla, deliberé de poner la obra presente en lengua castellana, porque la habla comúnmente más que todas las cosas sigue al imperio".

De la represión lingüística andaluza no se salva ni el mismísimo Antonio de Nebrija, autor de la gramática de la lengua castellana en 1492 al que su coetáneo Juan Valdés le acusa de andaluz.:

Ya tornáies a vuestro Librixa, ¿No os tengo dicho que, como aquel hombre no era castellano, sino andaluz, hablava y escrivía como en el Andaluzía y no como en Castilla?

Pero en esto de la represión de las características del habla andaluza también, ayer como hoy, algunos andaluces están a la cabeza, como el jaenero de Arjonilla, el padre Juan Villar que en su Arte de la lengua española publicada en 1651 decía: Los daños que nuestra lengua padece por el zecear en esta parte occidental de el Andalucía, donde comúnmente mudando las cees en eses por dezir caza dicen casa, por cebo sebo, por cazo caso, por maza masa y assí de sus semejantes: y por el contrario las eses convierten en cees.

No todos los andaluces estaban en contra de la utilización del habla andaluza pues una obra como LA LOZANA ANDALUZA, escrita en 1528 por Francisco Delicado está llena de "andalucismos" justificados por su autor con estas palabras: "Y si quisieren reprehender que por qué no van munchas palabras en perfeta lengua castellana , digo que, siendo andaluz y no letrado, y escribiendo para darme solacio y pasar mi fortuna, que en este tiempo el Señor me había dado, conformaba mi hablar al sonido de mis orejas, ques la lengua materna".

Aquí vemos cómo por un lado Francisco Delicado se enorgullece de utilizar su lengua materna andaluza pero por otro está justificando esta utilización "por no ser letrado" reconociendo el arrinconamiento del habla andaluza a la gente iletrada, con lo cual tenemos aquí también un significativo ejemplo del desprecio por el habla andaluza que, tanto en aquella época, como en ésta, ha tenido el poder dominante castellanista. Y digo castellanista y no castellano, porque en esta cruzada contra el habla andaluza hay que incluir también a muchos andaluces que, descendientes o no de los conquistadores, han asumido perfectamente la ortodoxia castellana.



La peor de las represiones que puede sufrir una lengua es su ridiculización y eso es lo que le ha pasado a los andaluces con su peculiar forma de hablar. Ya nos tienen acostumbrados los medios de comunicación a identificar a una persona que habla andaluz con un gracioso o una persona de baja instrucción académica. Es muy frecuente que se considere al andaluz, sobre todo en círculos universitarios, como un castellano mal hablado por eso la estrategia de la escuela en Andalucía ha sido la de corregir constantemente al niño para que abandone los "vicios" que trae de su habla materna. Dos ejemplos pueden servir para ilustrar esta estrategia, uno del siglo XVI y otro del siglo XX. En 1577 el jerezano Juan de Barahona y Padilla escribe en 1577 un libro (Institución de toda la vida del ombre noble) donde paradójicamente, después de reconocer que "en dos cosas le favoreció la fortuna, la primera en hacello Andaluz, cuya lengua es tan pura, fácil y bien sonante. La segunda en dalle padres, de quien pueda aprendella en su perfeción aunque en efeto más se aprende por costumbre que por enseñanza". Lo cual no le impide reconocer y advertir que "es común defeto en el Andaluzía no saber pronunciar y escrevir cómo y quando se debe tres letras de las que nos sirven, las cuales son c,s y z, porque casi todos en general no se aprovechan de más que de la s en quanto hablan y escriven. Este yerro a procedido según creo de la inabilidad o poca advertencia de los maestros de las escuelas y de la falta de cuydado y solicitud de los governadores.". por lo cual recomienda como solución que "debe su madre quitallo del Ama porque no aprenda alguna costumbre servil.......limando, perfecionando y haziendo civiles las pocas palabras que toscamente le enseñaría su ama". . Como anécdota podemos apuntar que el grado de represión llevó a algunos a celebrar en Andalucía el 23 de noviembre de 1925 "la cruzada del bien hablar".

En nuestro tiempo podemos comprobar cómo en una revista de la Universidad de Sevilla, el nº 1 de "Sociolingüística Andaluza", se dan instrucciones para que "el buen gusto" de los profesores de EGB seleccione y perfeccione en los niños su forma de hablar corrigiendo expresiones como "ponío" por puesto, "me sá orviao" por se me ha olvidado y similares. Según su autor Vidal Lamiquiz "este perfeccionamiento del habla sería objeto de la estrategia pedagógica de la primera etapa de EGB". Si lo que se pretende es que el alumno aprenda el idioma castellano es normal que se den esas instrucciones pero siempre y cuando se deje claro que la otra forma de pronunciar está bien en andaluz, pero como no se reconoce el andaluz como una lengua diferenciada estas instrucciones encajan perfectamente en la estrategia de anulación de la identidad de un pueblo. Estos son sólo dos ejemplos de lo que ha estado sucediendo en Andalucía durante muchos siglos.

La estrategia del nacionalismo español de reivindicar un sólo idioma para la "nación española" ha encontrado en Andalucía fieles aliados en una "intelectualidad " que muy a menudo abomina de todo lo que les huela a Identidad Andaluza diferenciada de la castellana. Como mucho, según nos dice el propio Vidal Lamiquiz, cabe aceptar una forma culta de hablar andaluz que "mantiene su propio acento entonativo, un recatado seseo fonético, una suave aspiración y la expresión salpicada de vivas imágenes y logrado colorido. Es, en suma, la lengua hablada de los hablantes cultos andaluces y es también la lengua de los escritores andaluces." Es decir, se admite una nota de "color" que hasta queda bien. Todo lo que se salga de ahí, son arcaísmos, vulgarismos o "tartajear" como señala Rafael Lapesa refiriéndose al ceceo: "....cecear existía desde el siglo XIII y tenía además las acepciones de "tartajear". (Rafael Lapesa: "Sobre el ceceo y el seseo de los andaluces".

Hoy el andaluz sigue ridiculizado, menospreciado o ignorado a pesar de que su uso y protección están garantizados por las leyes:

Art. 3.3 de la Constitución.- La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.

Art. 12-3 del Estatuto de Autonomía de Andalucía: La Comunidad Autónoma ejercerá sus poderes con los siguientes objetivos básicos: 2º.-Afianzar la conciencia de identidad andaluza, a través de la investigación, difusión y conocimiento de los valores históricos, culturales y lingüísticos del pueblo andaluz, en toda su riqueza y variedad.

El Decreto 107/1992 de la Junta de Andalucía referente a la Educación Infantil en Andalucía recoge que "los niños y las niñas irán aprendiendo a.... respetar las distintas modalidades del habla andaluza y la diversidad lingúística en general".

El Decreto 105/1992 de la Junta por el que se establecen las enseñanzas correspondientes a la Educación Primaria en Andalucía recoge entre sus objetivos: respetar la diversidad lingüística y cultural como derecho de los pueblos e individuos y comprender y producir mensajes orales y escritos en castellano, atendiendo a las peculiaridades del habla andaluza con propiedad, autonomía y creatividad".

Pero ¿para qué sirven todas estas leyes si la propia televisión, dependiente de la Junta de Andalucía las incumple?

¿Qué hubiera pasado si no se hubiese reprimido el andaluz y se hubiera encontrado una forma de escribir los particulares sonidos andaluces?, pues que quizás estaríamos escribiendo en un idioma romance distinto al castellano, pero obviamente el poder castellano de Andalucía no lo ha permitido y se ha pasado 7 siglos diciéndonos en la escuela que pronunciamos mal.

La imposición del castellano y la represión del andaluz que se ha llevado durante siglos a través de la escuela ha calado tan hondo en el subconsciente de los andaluces que sin querer se tiende a "pronunciar bien" cuando se habla en público de una forma inconsciente y automática. El colegio, la Universidad, nos han machacado constantemente que si queremos ser "cultos" debemos dejar de hablar nuestra lengua materna y aprender el castellano, que si es de Valladolid, mejor. Sin embargo son las personas que apenas han pasado por el filtro castellano de la escuela las que conservan el habla andaluza más viva, precisamente por no haber sufrido "las correcciones" del colegio, que no tienen que ser por fuerza las menos instruidas.. En este sentido es fácil constatar cómo las personas que se han instruido en lenguas diferentes al castellano ( como los llanitos de Gibraltar o los hijos de emigrantes andaluces que van a la escuela en otro idioma) y hablan el andaluz familiarmente son las que conservan un andaluz más auténtico y no son precisamente analfabetas.

En los pueblos andaluces son las personas menos "instruidas" las que conservan un habla más andaluza, e incluso, cuando intentan escribir, lo hacen tal y como hablan. A estas personas se les llama analfabetas y su forma de hablar y escribir se desprecia en los medios académicos. Incluso muchos de los que reconocen la existencia de un habla andaluza que hay que proteger, propugnan un habla <¿culta?> eliminando "los vulgarismos y arcaísmos" de nuestra habla. Lógicamente piensan con una óptica castellana de lo "culto". Es lógico que sean analfabetas en el idioma castellano muchos de los andaluces que hablan con "vulgarismos y arcaísmos" porque apenas han pasado por el filtro de la escuela en castellano y sólo expresan su forma natural de hablar tratando de escribirla según su parecer porque nadie les ha enseñado cómo se escribe en andaluz.

.-¿Escribir en Andaluz?

(José Mª de Mena EL POLÉMICO DIALECTO ANDALUZ)

Entre los años 1900 y 1936 perdió Andalucía una gran ocasión de elevar el habla regional a la categoría de lengua escrita literaria, como lo son otras hablas peninsulares.

Andalucía tuvo, en los años que acabamos de mencionar, una ocasión maravillosa, quizás única, de elevar el lenguaje andaluz a un rango idiomático escrito, de proyección universal. En esos días contábamos con un grupo numeroso de escritores de grandísima valía, que han llegado a tener resonancia internacional, como Federico García Lorca, en Granada; Antonio Machado, en Sevilla; Rafael Alberti, en Cádiz; Juan Ramón Jiménez, en Huelva. Solamente estoy citando a los que han alcanzado la máxima resonancia internacional.

Desgraciadamente, hay que reconocerlo, se avergonzaron de su lengua andaluza y se dedicaron a escribir en castellano.

Han sido varios los escritores que han querido plasmar el habla andaluza de una forma más o menos intencionada: Desde el sacerdote malagueño Gaspar Fernández Avila que en 1784 escribe una obra navideña donde se refleja el habla de los pastores de la comarca de Colmenar hasta el propio Blas Infante, pasando por autores costumbristas como los Alvarez Quintero o recopiladores de letras flamencas como Demófilo o Rafael de León o, incluso, hasta premios Nobel como Juan Ramón Jiménez. , Blas Infante, lo hizo en uno de sus Cuentos de Animales. En el nos dice que "el lenguaje andaluz tiene sonidos los cuales no pueden ser expresados en letras castellanas. Al alifato, mejor que al español, hay necesidad de acudir para poder encontrar una más exacta representación gráfica de aquellos sonidos. Sus signos representativos hubieron los árabes de llevárselos con su alfabeto, dejándolos sin otros equivalentes en el alfabeto español. Tal vez hoy alguien se ocupa en la tarea de reconstruir un alfabeto andaluz. "

Efectivamente, hoy hay alguien que se preocupa de reconstruir un alfabeto andaluz. Personas individuales, como el ya fallecido Ferramán aben Bela, Libero Ubeya, José Luis Alcazar, Huan Porrah o Gorka Reondo. Hoy existen publicaciones en andaluz y también existe una revista electrónica de internet dedicada al andaluz: EL ADARVE.

Conferencia de Francisco García Duarte en Almenara, Sociedad Cultural Andaluza

Barcelona, 9 de enero de 1999


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